Carril bici SI. Carril bici NO
Quizás los habitantes de Las Palmas de Gran Canaria (Islas Canarias) recuerden que a finales de los ochenta se construyó un carril bici segregado en una avenida de la ciudad. Seguramente esta decisión estuvo motivada por el deseo de modernizar la ciudad pero la realidad es que reflejaba un grave desconocimiento de lo que significa la movilidad y más específicamente, la ciclista.
Este carril era de esos que “empiezan en ninguna parte y terminan en ningún lugar”, o en otras palabras, que no servía para nada. No unía puntos de interés, no daba paso a otros lugares por donde seguir con tu bici y tampoco se podía llegar a él fácilmente. Pero, a pesar de todos esos sinsentidos, se pretendía que al día siguiente de la inauguración se llenase de bicicletas.
Lógicamente no fue así y con el tiempo el carril desapareció y los coches volvieron a ocupar aquella isla en mitad del océano de contaminación.
¿Qué se consiguió con aquella infraestructura?
Nada positivo para la bicicleta en particular y mucho menos para la movilidad en general. Este tipo de obras hechas sin pensar sólo acarrean:
- Gasto de dinero público.
- Rechazo del usuario potencial.
- Indisposición de la ciudadanía a acometer otro gasto de similar fin.
- Mala prensa hacia el ciclista por parte del resto de ciudadanos que desconocen lo que implica una obra mal hecha : “Les han hecho un carril bici y no lo usan”.
Aquella infraestructura generó un gran daño a la imagen de la movilidad lógica. Al final consiguió todo lo contrario de lo que se pretendía. De hecho, aún hoy hay voces discordantes sobre la creación de una red ciclista, recordando lo desastroso de aquella obra.
Montequinto (Sevilla)En la actualidad la ciudad de Las Palmas de G. C. está inmersa en un cambio de prioridad en la movilidad, dándole el protagonismo a quienes nunca debieron perderlo: el ciudadano en primer lugar y esos otros modelos de transporte que generan beneficios a todos y no sólo a unos pocos.
No siempre es fácil obtener el apoyo social cuando se acometen estos cambios, quienes trabajamos en estos temas lo sabemos, pero sabiendo que el resultado es crear una ciudad para las personas y para el futuro y existiendo una clara voluntad política de conseguirlo, será posible.
Una vez decididos a trabajar por el cambio en la movilidad, el debate es si se precisa la creación de nuevas infraestructuras, llamadas carriles bici, si no son tan necesarios, o si lo son sólo en determinadas ocasiones.
John Forester (ingeniero industrial especialista en temas de movilidad ciclista) decía:
Claro ejemplo de la educación errónea, egoísmo, insolidaridad a la puerta del colegio“Todavía hay ciclistas que creen que las ciclovías están pensadas para que el ciclismo sea seguro. Nada podría estar más lejos de la verdad. Las ciclovías fueron creadas por el sistema de carreteras para tener a los ciclistas fuera de los caminos para la conveniencia de los motoristas. Los hechos de la historia no permiten otra interpretación”.
Los automóviles son máquinas de devorar espacio: espacio para aparcar, para circular, para ser deportados cuando no son útiles, para almacenarlos antes de venderlos, para reparar, para repostar sus combustibles, etc. Y cada vez devoran más, pues cuanto más espacio les damos, más espacio requieren.
El automóvil es también devorador de velocidad, demanda ir cada vez más rápido. Velocidad egoísta e insolidaria: mi velocidad es más importante que la tuya, mi tiempo es más importante que el tuyo. El coche ha contribuido a crear una sociedad egoísta, una sociedad de la imagen y el dinero. Y nosotros, simples consumidores, hemos caído en ello.
El automóvil ha ido apoderándose de nuestras vidas hasta niveles insospechables, cual droga que nos controla, que creemos poder dominar y abandonar a nuestro antojo.
Amsterdam (estación de tren)Cuántas veces hemos oído decir eso de: “No puedo ir porque no tengo coche”, como si no existiese otra forma de moverse, de desplazarse. Nos hemos vuelto práctica y totalmente dependientes del coche. Cuando te subes en tu coche, lo primero que piensas: «¿Dónde voy a aparcar?».
Cambiar esos pilares, esos cimientos, se hace complejo y difícil. La presión social, la imagen, la publicidad, el sistema así nos lo hace creer. Pero cada vez es más evidente que hay que mostrar la señal de STOP, que no podemos continuar por la senda que marca el automóvil pues cada día se va haciendo más complejo detener su progresión y peores son las consecuencias de no hacerlo.
La bicicleta, junto a otras herramientas, es una forma de hacer frente a la dictadura actual del automóvil y conseguir que la movilidad ciudadana sea real e igualitaria para todos.
Los autobuses, el tranvía, el metro, el taxi, desplazarse a pie, han de ser protagonistas de esta nueva obra de teatro que ha de comenzar a escribirse de forma coherente y lógica.
Carril bici si, carril bici no.
Centrándonos particularmente en el uso de la bicicleta, vamos a analizar qué implica el uso del carril bici.
El automóvil ve al resto de usuarios de la vía como algo ajeno a la misma. Para el conductor, una bicicleta, un peatón, un camión, un autobús o cualquier otro medio de transporte diferente al suyo, es algo que molesta y le genera inseguridad. Si a eso le sumamos el alto grado de corporativismo entre los conductores haciendo causa común para quejarse del resto de usuarios, no es extraño escuchar frases como estas:
- “Hay que ver los taxistas como conducen”
- “Los camiones hacen lo que les da la gana”
- “Las bicicletas son un peligro”.
Frases que hemos oído muchas veces, pero recordemos que “una mentira repetida, no pasa a ser verdad”.
El peligro es cuando los propios usuarios de esos otros modos de transporte caemos en la trampa de asumir el estereotipo que pretenden hacernos ver: “Somos un peligro, mejor dejarle la carretera al automóvil.” “Por el carril bici vamos más seguros”.
Este percibir el peligro justo en el lado opuesto se hace evidente al contemplar las señales de peligro del código de circulación. Siempre advierten del “peligro” al automóvil:
- Peligro niños
- Peligro paso de peatones
- Peligro ciclistas
- Peligro ganado, etc.
Viéndolo así, son el resto de usuarios de la vía los peligrosos, no el coche.
Mínimo espacio para no perjudicar al automóvil Error y peligroEl conductor de automóvil ( a no ser que monte en bici él mismo) ve al ciclista como un extraño en su territorio, como alguien que le resta libertad y derechos, como un generador de peligro. Por esa razón, cualquier acción errónea del ciclista, es magnificada por el conductor. Que un ciclista no respete un semáforo, no pare en un “stop” o no cumpla cualquier otra obligación en la circulación, será siempre extendida al colectivo de ciclistas, como si todos nos comportásemos de igual modo y como si no fuéramos también usuarios de la vía de pleno derecho. Usuarios que cometerán fallos y errores, conscientes o no, pero cuyas consecuencias no son las mismas dada la particularidad del vehículo que manejan.
La realidad es que por una mala maniobra de un ciclista habrá cien de un automóvil, pero en este último caso, aparece el corporativismo: “hoy tú, mañana yo”. El ciclista, casi siempre es conductor, pero el conductor, en pocas ocasiones es ciclista.
En este marco de cohabitación poco solidaria algunos perciben la aparición de la bicicleta en la ciudad como un generador de “peligro” para el automóvil. Un elemento que le roba el poder disfrutar de su merecida velocidad, que le roba “su” espacio para aparcar y/o circular. Si, además, en algunos casos, se le prohíbe al coche la circulación pero no a la bicicleta, el automovilista comenzará a ver a la bicicleta o al ciclista, como un enemigo, un claro competidor en su derecho a ir rápido.En su percepción el carril bus, más anchura de aceras, lomos de asno, etc., son elementos que le coartan su libertad. Esa libertad que nunca vio privilegiada cuando él era el beneficiado.
Ahora pretendemos colocar a todos los medios de transporte al mismo nivel y que sea el usuario el que pueda elegir la forma de desplazarse, pero en igualdad de condiciones.
¿Construimos entonces o no un carril bici?
Sobran comentarioVamos a reflexionar:
- Si lo construimos, se da la imagen de que la bicicleta no pertenece a la circulación, que es un objeto extraño y peligroso que hay que aislar, que hemos hay que segregar, como hacemos con los peatones ( recordemos las señales de peligro advirtiendo al conductor de automóvil de la presencia de niños, peatones o bicis).
- Construirlo significa que no molestamos a los automóviles para que puedan seguir circulando por la ciudad sin impedimento alguno y generando un peligro continuo.
- Construyéndolo no contribuiremos con un arma esencial a la pacificación del tráfico.
- Hacer a las bicis ir por un carril bici no ejemplifica de forma evidente que para muchos desplazamientos es más efectiva la bicicleta que el coche.
- Construir un carril bici en muchos casos supone una merma de espacio ( ya de por sí reducido) al ciudadano, de sus aceras, en vez de quitárselo al automóvil
- Si por el contrario optamos por no necesitar un carril bici podemos usar ese espacio para los ciudadanos, los autobuses, a comercios o industrias. Todos ganamos en espacio por no hablar del ahorro de dinero de las arcas que pagamos entre todos.
De este modo las opciones posibles ante la opción del carril bici son:
- Eliminar espacio al automóvil.
- Quitarle espacio al ciudadano.
- Mezclar al automovilista y al ciclista.
O para que se entienda:
- Carril bici segregado de los vehículos motorizados.
- Carril bici (acera bici) sobre la acera por la que circulan los peatones.
- Ciclistas usando las vías que usan los automovilistas, un vehículo más.
Cualquiera de las tres opciones generará controversias y polémica, el consabido: “ hagas lo que hagas, siempre se te criticará”. Pero está claro que la balanza de la movilidad no está equilibrada y que, por tanto, si hemos de perjudicar a alguno de los protagonistas, este ha de ser a todas luces el automóvil. Es el mayor devorador de espacio como lo demuestra la vieja solución a la saturación del tráfico:
-Nuevo carril para luchar contra la saturación que atrae más tráfico y por consiguiente más saturación .
Resumiendo:
-El carril bici no sería necesario si la velocidad de los coches no fuese superior a 30 km/h y las ciudades estuviesen adaptadas a una circulación correcta.
-Tenemos que utilizar las herramientas necesarias para evitarlo, diseñando y remodelando las ciudades, construyendo calles amigables, donde el ciudadano disponga de un espacio más que suficiente con aceras anchas y cómodas que invitan a caminar.
¿Es esto movilidad?-Los autobuses públicos han de tener prioridad de paso siempre, recordemos que trasladan a un mayor número de personas que un automóvil privado.
– Todos saldremos beneficiados en aspectos vitales no sólo para nuestra economía sino para nuestra salud, como la reducción de la contaminación.
-Las políticas pro movilidad ciclista traerán consigo un aumento del uso de bicicletas y por tanto, a más bicicletas circulando, más seguridad para todos.
Lo que da seguridad al ciclista no es el casco o la prenda reflectante o las luces, lo que da seguridad, es la cantidad de usuarios.
En algunos casos puede ser necesaria la implantación de un carril bici, como en vías de alta velocidad, circunvalaciones, avenidas de muchos carriles, etc., pero siempre recordando que no podemos usurpar espacio al ciudadano/peatón, sino que ha de ser el automóvil quien ha de ceder ese espacio que en el transcurso de los años le hemos ido entregando sin condiciones y sin conciencia.