No todo es bicicleta en la ciudad.
El primer lugar en la ciudad lo ha de ocupar el ciudadano, repito, ciudadano y no peatón, pues en primer lugar los habitantes de la ciudad son ciudadanos.
Define “ciudadano” la RAE :
Persona considerada como miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometido a sus leyes.
Y sin embargo “peatón” es:
1. Persona que va a pie por una vía pública.
2. Valijero o correo de a pie encargado de la conducción de la correspondencia entre pueblos cercanos.

Por tanto, los habitantes de la ciudad son ciudadanos y no peatones, como a veces se nos considera. Todos somos ciudadanos al vivir en una comunidad, con unos derechos y deberes.

Obstáculos para el ciudadano

Las ciudades actuales han ido dejando al ciudadano de lado, para convertirlo en peatón, en usuario de la vía pública, postergado a los laterales de la misma. Antaño, el ciudadano se movía por donde consideraba, sin mayor problema y sin miedo alguno al resto de usuarios de la calle, a no ser que algún caballo o carro perdiese su control.
El centro de la vía era para las personas. Con la aparición del automóvil o más concretamente, de los coches tirados por caballos, comenzó el problema. Ahí se comenzó a ordenar, de alguna manera, la movilidad.
Pensemos que los primeros reglamentos, por llamarlo de alguna manera, para circular y moverse, datan de finales del siglo XIX y así, el 11 de octubre de 1909 se estableció un primer acuerdo en la Convención de París, en la que se fijaron algunas disposiciones generales para los vehículos y los conductores que deseaban circular por otros países. Estas disposiciones, completadas y adaptadas a las características de cada nación, dieron origen en años sucesivos a los primeros reglamentos nacionales, inicialmente de carácter general y luego con normas de circulación urbana e interurbana.
En España el primer código de circulación data de 1934, aunque antes hubo algunos atisbos de reglamentar (1899).
 Fuente DGT.

Con todo ello, lo que queremos decir es que ya desde entonces, la movilidad comenzó a ser un problema, pues se debía legislar algo que, debía ser natural y no necesitar  reglamentación, el moverse.

El verdadero problema vino con la revolución industrial y el desarrollo de las ciudades. La economía de los ciudadanos mejoró, el automóvil prometía una soñada independencia (falsa), junto a una imagen de éxito, un estatus social, que la propia industria supo vender muy bien.

Ya en España, el desarrollo económico de los años 50, permitió a un gran número de españoles tener un coche. En 1957 aparece el famoso Seat 600 y con él la posibilidad de que cada español pudiese poseer el ansiado coche, su precio en euros era de 390€. Podrías desplazarte más lejos, en menos tiempo, más seguro y rápido. Muy bien en la teoría, pero la realidad fue que al haber más coches, se necesitaban más infraestructuras. Las calles no estaban preparadas para ese tráfico, hubo que modificarlas y crear aceras. En este proceso el coche era el protagonista ocupando el mayor espacio, el centro de la vía, y se arrinconó al ciudadano y al resto de usuarios, entre ellos la bicicleta. Fue en este contexto que el ciudadano pasó a llamarse  peatón por contraposición al coche.

Situación actual

Scalextric de Las Palmas de G. C. (1974-2006)

Hoy todo se hace o hacía, para el coche, símbolo de progreso y estatus social y económico. La industria del automóvil tiene mucho peso en el desarrollo económico de un país, debido al gran número de empresas satélite que trabajan alrededor de él: Carreteras, mecánica, transporte, mercancías, infraestructuras y por tanto, mano de obra y dinero.

La realidad es que tenemos ciudades colapsadas  y muchos problemas de movilidad. Este es un tema importante y de debate no  sólo en las ciudades, en los países. Existen problemas y choques entre todos los usuarios de la vía, entre los derechos de unos y de otros, pero la realidad es que casi todo se construye pensando en el coche y no en los ciudadanos.  Se da por sentado que todos usamos coche, pero la realidad es que el 50% de los ciudadanos no tienen coche.

Existen 480 coches por cada 1000 habitantes, y aún así se le sigue dando la máxima prioridad en nuestras

Zona de antiguo scalextric, hoy

calles, ciudades y creación de infraestructuras:  no es lógico.
Si además cuantificamos no sólo lo que nos cuesta un coche, a nivel particular (coste y mantenimiento),  sino los problemas que genera en accidentes, construcciones, heridos, fallecidos, aspectos sanitarios que pagamos todos, incluyendo los que no tienen coche, no nos salen las cuentas. Un  herido grave cuesta 219.000€, sin añadir los costes de tener que adaptar su vivienda, ese coste lo asumimos todos.

Y ahora a lo que vamos, ¿es justo que tengamos que sucumbir a la dictadura del automóvil?

¿Qué es lo primero que piensas cuando  coges el coche en tu ciudad? Simple: ¿dónde lo aparcaré?

Hemos pasado de la teórica independencia prometida a justo lo contrario. La esclavitud y dependencia a la que nos somete el automóvil coarta no sólo la libertad de los usuarios del mismo, sino de todos los ciudadanos.

Un ejemplo claro: las aceras mismas. Hemos apartado al sufrido ciudadano a los laterales de la vía y no contentos con eso, le hemos puesto obstáculos, vallas en las esquinas para evitar que crucen la calle por el lugar natural. Obligamos a desviar su ruta, a  caminar más, al más débil, cuando tendría que ser todo lo contrario.

 Colocamos señales de “Peligro niños”, “Peligro pasos de peatones”, “Peligro bicicletas”, “Peligro animales sueltos”, “Peligro zona residencial”, etc. ¡Pero si el peligro es el coche!

Antaño, cuando aparecieron los primeros automóviles (siglo XVIII), era obligatorio que se anunciase su llegada, con una persona portando un farol rojo, avisando de su proximidad.

Vivimos en la dictadura del automóvil. Nos han intentado convencer de que es útil y económico, pero no es así, es un medio de transporte egoísta. En un 75% de los coches en movimiento, va  una sola persona, no es lógico.

Está claro que la movilidad no puede seguir por los mismo derroteros. Ha de cambiar, hemos de cambiar como  sociedad y reconocer que  no es tan maravilloso como nos han hecho creer el tener un coche.
En Alemania, los jóvenes han cambiado su interés por el coche:

Un estudio de una universidad privada alerta de que “para más de un tercio” de los alemanes menores de 25 años, “el coche es un medio de transporte más”. No están dispuestos a sacrificar sus viajes ni a reducir otros gastos para costearse un vehículo. Solo el 4% de los jóvenes consultados en 2010 prefería tener coche propio que irse de casa de sus padres. El 18% invertiría sus ahorros en un automóvil. Mala señal para una industria especializada en coches de gamas media y alta. Solo alrededor del 7% de los compradores de coches nuevos en Alemania tiene menos de 29 años. Hace poco más de diez años, representaban casi el 15% del total.” (El País, 29 agosto 2013)

Las ciudades empiezan a cerrar los centros históricos o comerciales al coche. En algunas has de pagar una cuantía (elevada) para entrar con  tu coche y otras comienzan a plantearse el eliminar el coche de la ciudad o de gran parte de ella (Oslo, Milán, Dublín, París).

La Hamburgo de 2034 no tendrá coches circulando por el 40% de su territorioEsta es la propuesta que pretende llevar a cabo la ciudad para eliminar de raíz el problema de las emisiones que en estos momentos supone un serio tema de discusión para la segunda ciudad más poblada de Alemania.”

El coche es un problema y hay que atajarlo YA.
La ciudad, para los ciudadanos.