Tu eres uno más

Siempre nos quejamos de lo que nos sucede cuando circulamos el bici. Nos quejamos de como no nos respetan muchos conductores de automóviles. Solicitamos que los peatones no utilicen los carriles bici. Pedimos que en las rotondas, si entramos los primeros, todos tenemos preferencia. Queremos que no nos adelanten cuando otro automóvil vine en sentido opuesto. Queremos hacer uso de nuestros derechos, pero luego pasa esto…

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Y nos rompe todos los esquemas, nos retrasa nuestro trabajo, desprestigia la labor que hacemos los que defendemos al ciclista y su seguridad. Por que, aunque no hemos de mezclar temas, la manida frase “Luego se quejan de que los atropellan”, nos la presentan en toda nuestra cara. Y debido a que unos cuantos, se crean pseudoprofesionales y que solos les falte levantar la mano y tirar la botella; el resto pagamos su falta de respeto y nos reducen la fuerza con la que podemos luchar, entre otras cosas, por sus propios derechos. Y si queremos que nos respeten, nosotros somos los primeros que hemos de respetar, las normas, aunque no nos gusten. Y si no nos gustan, ya sabemos, trabajar para cambiarlas. Eso es lo que estamos haciendo. Por tanto, ayúdanos y respeta.

Ciudad, movilidad y centros comerciales

¿Alguna vez se han preguntado la razón de por qué, en la mayoría de las ciudades, los centros comerciales se instalan en las afueras o periferia y muy cerca de las vías de alta ocupación?

Las ciudades en muchos aspectos se han vuelto insufribles: ruido, contaminación, altos precios, mala calidad de vida. El ciudadano, hace años, descubrió las áreas metropolitanas, las zonas residenciales, los dúplex, el jardín privado, el aire puro, tranquilidad. Y comenzó a abandonar la ciudad para trasladarse al campo o al menos a zonas menos congestionadas, menos pobladas, menos agobiantes. Se busca  tener algo de paz , aunque sea durante el fin de semana.

¿Qué ha traído esta nueva forma de vida?

Este residir en “zonas más tranquilas” ha traído consigo necesitar un coche para trasladarse al lugar de trabajo, a realizar las gestiones cotidianas, al colegio, al hospital, a hacer las compras, etc. Y no sólo un coche, ahora lo normal es tener al menos dos coches por unidad familiar, por no hablar de las  familias con jóvenes mayores de edad. Ellos también necesitan un coche para ir a la universidad, al trabajo, para el ocio, las relaciones sociales, etc.  Porque claro,¡ todo está en la ciudad! No quiero vivir en ella, pero me traslado a ella varias veces al día o a la semana.

Consecuencia

Este estilo de vida junto a  la no existencia de medios de transporte públicos para comunicar esas zonas, hace que los habitantes de estos nuevos núcleos de población se vean obligados a tener cada uno su coche, lo que ocasiona más congestión en el tráfico, en la ciudad.

Se origina el llamado movimiento pendular: el traslado de la periferia a la ciudad y, por consiguiente, la necesidad de crear nuevas vías para el transporte. No hemos aprendido a solventar este problema con formas alternativas de transporte y como consecuencia tenemos más tráfico, más congestión, más gasto de combustible, retrasos  y pérdidas de horas laborales. Y más presión popular y política.

Soluciones negativas

Hoy por hoy la única solución que se propone es crear nuevas infraestructuras, nuevas carreteras, autovías con más carriles. En definitiva, ampliar las actuales infraestructuras, para así dar salida a una creciente demanda de movilidad y de fluidez.

Queremos rapidez, comodidad, seguridad… y la solución que en un primer momento era válida, poco tiempo después, se ha vuelto en contra nuestra. ¿Por qué? Antes eran pocos los que vivían en la periferia, pero les hemos construido nuevas infraestructuras, pensadas para X años, que han servido de atractivo para el resto. Una cantidad cada vez mayor de personas han visto la posibilidad de mejorar “teóricamente” su calidad de vida si se trasladan al extrarradio y eso ha resultado en que las infraestructuras que se habían construido para X años, ahora se han colapsado en X-10 años.

Coches y centro comercial

Por ende, el precio del suelo es más barato y se siguió construyendo nuevas edificaciones, sobre todo el tipo dúplex, chalé y casas unifamiliares, usurpadoras de espacio y con una huella ecológica muy alta. Así, esas zonas que originalmente eran tranquilas, se han vuelto algo más urbanas. Por lo que ahora nos vamos algo más lejos pero volvemos al círculo vicioso original.

Ese movimiento, casa-trabajo-casa, pudiendo sustituir “trabajo” por “diversión, hospital, asuntos privados, etc.” ha hecho que proliferen en ese trayecto nuevos negocios. Como antaño la carretera generaba ingresos al pueblo por donde transcurría la travesía, ahora esos negocios de “aceite y vinagre” se llaman Centros Comerciales.

Estos inmensos lugares del “todo en uno” han generado una vuelta más de tuerca al problema pues son polos atractivos para el ciudadano que aún residía en la ciudad y que ahora se traslada “de excursión” al centro comercial. Además, les hemos de sumar los que, al finalizar su jornada de trabajo, se detienen en el centro comercial que han construido en su camino, para facilitarles el trabajo de comprar.

Aparcamiento más grande del mundo. Centro comercial de Alberta (Canada), 20.000 plazas.

Podemos comprobar como cada fin de semana se generan ya atascos para llegar hasta el centro comercial.  Volvemos así a la misma disyuntiva: más carriles, nuevos accesos y ampliación de vías, con lo cual, lo que en un principio podemos pensar que es la solución, a la postre es todo lo contrario: más coches, más traslados, más problemas.

¿Y  el transporte público?

Dándole  tanta facilidad al automóvil privado, con aparcamientos amplios, flexibilidad horaria, independencia, comodidad  y “flexibilidad total” , el transporte público se quedó en el camino.  De hecho, en algunos proyectos, ni se pensó en él. No son pocos los centros comerciales sin acceso al transporte público, clara muestra de que se da por sentado que todos vamos en coche.

Y si volvemos a las nuevas áreas metropolitanas, veremos como éstas, cada vez se distancian más. El coche que tenemos no viaja más, no se traslada más, simplemente hace más kilómetros, porque vive más lejos y con el tiempo, le dedica a esa movilidad, más tiempo, pues la vía se colapsa con más usuarios.

Solución

Santiago de Compostela

En esta situación, si buscamos soluciones reales, alguien ha de perder, o mejor dicho, alguien ha de ceder su protagonismo casi único: el coche privado. No podemos seguir dando facilidades al automóvil privado, no podemos seguir dando protagonismo al causante de una reducida movilidad y una esclavitud por el tiempo y la distancia. Se ha de dar protagonismo a modos de transporte más lógicos: el transporte público y las bicicletas por ejemplo.
También los planes urbanísticos han de variar. Las ciudades han de crear aparcamientos a las entradas de las mismas para evitar el acceso a tanto automóvil generador de contaminación, problemas a la movilidad y costosas infraestructuras. Se ha de penalizar su utilización en la ciudad y crear a la vez, unos medios de transporte públicos y colectivos que sean atractivos al usuario, teniendo en su jerarquía la economía y la rapidez junto a la seguridad y comodidad.
Está claro que si eliminamos al generador del problema, el coche, en un elevado porcentaje, el autobús conseguirá ser atrayente, pues mucha de la visión negativa del autobús en la movilidad, está creada por culpa del automóvil privado. No podemos darle la misma importancia en el orden de prioridades a un vehículo que transporta 50 personas que a otro que traslada, en un elevado porcentaje, a una sola persona.

Entonces… ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Hemos de ser nosotros, los que demandemos una solución a un problema que cada vez se acrecienta. Hemos de cercenar esa facilidad de usar el coche privado indiscriminadamente, porque a la postre será el coche el que nos gestione nuestra vida en todos los aspectos.

Los costes que genera el automóvil son muy elevados: sanitarios, de infraestructuras, daños urbanísticos, sociales. Un fallecido a causa de un accidente de tráfico, cuesta a la sociedad, alrededor de 1.400.000€ y 219.000€ por cada herido (DGT 2012). El coste por kilómetro debido a la accidentalidad ha sido de 64.182 €/Km en el periodo del 2009 al 2011 (Fuente: accidentalidad RACC 2013). Y esto lo abonamos todos los españoles, sin tener en cuenta si conducimos o no. ¿Por qué ha de asumir ese inmenso daño social, quien no lo genera?

Tú eres un ejemplo


Cuando montas en bici en tu ciudad, suele ocurrir que te miran porque, en algunos casos, eres un rara avis. Esta es  una buena oportunidad para generar sinergias positivas en tu entorno. Como el buen anuncio de publicidad que es recordado con el paso del tiempo, que te vean montando en bici contribuye a promover la bicicleta en tu ciudad.

Por tanto, has de tener o poner en práctica ciertas actitudes que harán que la bicicleta sea vista de manera positiva.

Sé respetuoso

Tú no estás solo en la calzada,  piensa que hay otros usuarios y que también tienen el mismo derecho que tú a utilizar la carretera, sé consciente de ello. Sobre todo, ten siempre en cuenta al más débil, el ciudadano. Si sufres una mala maniobra, aunque cueste, no actúes de igual manera y en todo caso, llama la atención de forma respetuosa. Tú podrías ser el siguiente que obre de forma inadecuada.

La norma es para todos

Los semáforos, las aceras, los pasos de peatones, los stop y cedas el paso, son señales que están en la vía para ser respetadas, nos guste o no. Por tanto no puedes hacer oídos sordos y pensar que como vas en bici, no has de respetar las señales que ordenan el tráfico. Si todos hiciésemos lo mismo, el tráfico resultaría un caos. Párate en los semáforos y en los pasos de peatones, no des un ejemplo negativo, que pueda ser aprovechado para calificarnos a todos los que utilizamos la bicicleta.

La alegría se transmite

Sé amable, facilita el que te adelanten siempre que sea posible y no te suponga un riesgo. El automovilista se acordará la próxima vez que vea un ciclista. Sonríe al conductor que se detenga a tu lado o al peatón que cruce.

El ciudadano, la estrella

En la ciudad hay distintos modos de movilidad: autobuses, taxis, bicicletas, camiones de mercancías, autos privados.
Todos ellos son  personajes de esta obra denominada “Movilidad ciudadana” y todos tienen sus obligaciones y sus momentos de protagonismo. Pero, sin lugar a dudas, hay uno que es el principal protagonista: el ciudadano, o peatón cuando se desplaza en la vía. Ese es al que hemos de cuidar entre todos. Los automóviles, las bicis o el resto de miembros de esta obra, no podemos imponer nuestra teórica fuerza, ya que, a la postre, todos somos peatones o ciudadanos.
Así que, sé siempre respetuoso, ponte en su lugar, piensa que algunos son mayores y otros son niños,  y no tienen las mismas formas de reaccionar. Anticípate a sus reacciones,  ten en cuenta  que  pueden ser imprevisibles.

Diviértete

La bici genera endorfinas, te da vida, alegría, te ayuda en tu día a día y encima, te hace ganar tiempo en tus desplazamientos urbanos. Muestra esa alegría, posiblemente algunos de los personajes de esta obra ciudadana vea en ti algo diferente y atractivo y puedes ser el “culpable” de que la bicicleta vaya adquiriendo un mayor protagonismo y vayamos creando una ciudad más amable y diferente. Puede que tus compañeros de trabajo descubran que el coche no es necesario, que la libertad de ver 360º cuando vas en bici, te da humor y ganas de vivir y trabajar junto a ellos.

Tú eres nuestra mejor publicidad, usa la bicicleta.